Daniel Kanhemann, el premio Nobel de economía en 2002 dice que hay varios fenómenos que operan en la mente al momento de emprender un proyecto, en los que la mente racional y la mente consciente entran en pugna. La mente consciente, esa que se encarga de mantenernos al día de los acontecimientos cercanos nos impele a seguir adelante, y está convencida de que vamos a triunfar. La mente racional evalúa estadísticas. Si le preguntamos, nos respondería lo mismo que la mayoría: que emprender es absurdo, porque las probabilidades de éxito son mínimas, y se puede obtener mayor ganancia poniendo los talentos al servicio de una empresa grande.
El emprendedor social es un fenómeno distinto. El beneficio que busca está más allá del dinero, y mucho más allá de sí mismo. Sigue siendo irracional en el sentido estadístico pero nos gusta desafiar las probabilidades. Aquí mismo conocimos varios:
Un irracional que hablaba de hacer casas maravillosas para responder a desastres naturales, usando materiales baratísimos y un ingenio arquitectónico inmenso.
Unos irracionales que usaban residuos de comida como materia prima para alimentar ganado, con un proceso de compostaje rarísimo que ellos inventaron.
Y varios alquimistas, capaces de convertir el plomo, el aluminio y el PET en oro. Lo más irracional de todo no es lo que hacían, sino por qué y para qué lo hacían: todos, sin falta, buscando el bien común. Y me pregunto al fin: ¿Qué tan irracional puede ser eso?
Cleantech, en el que yo misma concursé el año pasado, es mucho más que el foro donde los conocimos. Es mucho más que el lugar donde se fomentó el intercambio de ideas y esfuerzos. Es mucho más que el grupo de apoyo de los emprendedores irracionales. El proceso de Cleantech Challenge es una cadena de transformación, que permite sacar lo mejor de cada proyecto y cada equipo de trabajo. Es un proceso que resignifica los esfuerzos que a veces parecen aislados y locales. Es la diferencia entre nadar 34 Km y cruzar nadando el Canal de la Mancha.
En fin, remontar las olas requiere héroes. Para eso están ustedes aquí. Pero remontar olas cansa. Y no siempre se debe nadar solo. Justo ahí aparece este aliado un poco silencioso -para que vean que no siempre “money talks”- llamado Banamex.
Dice la página web que nosotros recibimos el año pasado el premio al Impacto Social. La verdad es que recibimos mucho más. Actualmente estamos trabajando en un proyecto en el Sureste mexicano para combatir la roya de café, que no sería pensable siquiera sin el apoyo de Banamex. Recibimos una oportunidad de conectar con personas que se han convertido en aliados estratégicos, en guías, en amigos, y en todas las anteriores.
Recibimos también una gran responsabilidad, la de mantenernos vigentes y al nivel de las expectativas.
Sin desmedro de lo mucho que aporta Banamex a los premiados, me parece que su presencia en este foro significa todavía mucho más. La presencia del banco en este encuentro significa la semilla, pero una buena semilla, de cómo la economía del dinero puede convertirse en la economía de la sociedad. Es un parteaguas que señala un momento histórico: el momento en que todos trabajamos juntos para crear los paradigmas que han de acompañar a las generaciones futuras. El momento en que el bienestar social y el desarrollo corporativo pueden ser una y la misma cosa.
Un maestro y amigo decía hace poco que el mayor superpoder de Superman es la empatía, porque a él no sabe de dolores, pero le duele el dolor ajeno. Todos los que están aquí tienen su propio superpoder. Todos tienen la conciencia para saber que hay cosas que van mal, y la valentía de proponer cómo corregirlas. Todos tienen la capacidad de crear, y están en la plataforma correcta para llevar las ideas adelante. Todos tienen un Superman adentro, y sólo puedo invitarlos, a que los echen a volar.
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