Por: Grecia García
Vivir en el campo es muy duro. Pero yo invito al urbanita a que vaya al campo no a visitar, sino a experimentar cosas que en la ciudad son difíciles de probar: el horizonte, la nada, el vacío, el aburrimiento, soportarse a uno mismo, mirar alrededor, bajarse un poco de este frenesí en el que vivimos. Yo encuentro ahí cosas importantes de la vida, ya no simplemente paz. Jesus Carrasco
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca del 95% de los alimentos que se consumen diariamente se producen directa e indirectamente del suelo. Afortunadamente, se cuenta con la producción y el volumen suficiente para alimentar a toda la población (incluso se desperdicia alrededor de la tercera parte del total), sin embargo, con el aumento de la población se prevé que la producción deberá duplicarse en los próximos 30 años. Como consecuencia, el hambre y la inseguridad alimentaria se presentan por problemas de acceso económico y no por baja disponibilidad de alimentos.
El cambio hacia un modelo de transición alimentaria más sostenible debe impulsarse por nosotros, pues podemos hacer nuestra propia contribución a pequeña escala. Es por esto, que la tendencia a crear huertos urbanos en casas, en comunidades e incluso en escuelas, es una gran opción para todas aquellas personas comprometidas con el medio ambiente, con el consumo responsable y para quienes desean reducir los gastos de la canasta básica.
Podemos pensar que es una “moda” pasajera, pero lo cierto es que quienes lo prueban no lo pueden dejar. La idea de seleccionar y preocuparnos cada vez más por lo que consumimos, la vuelta a nuestras raíces y tener contacto con la naturaleza son algunos de los impulsos para tener tu propio huerto.
Un huerto urbano se trata de disponer pequeñas instalaciones, o un espacio, dedicado a sembrar y cosechar alimentos de auto consumo, o bien, los excedentes utilizarlos para venta (para que la gente que desea tener un ingreso extra) o incluso compartirlos con la comunidad donde vivimos. De esta manera, aprovechamos e impulsamos lo mejor de la naturaleza, sin necesidad de tener un entorno pensado específicamente para esto.
Los inicios de los huertos urbanos comenzaron durante la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos se comenzó a destinar una gran variedad de terrenos para los huertos urbanos (campos de fútbol, parques o jardines), debido a que se consideraba indispensable asegurar el alimento y no depender de las importaciones, gracias a esto se llego a consumir hasta un 40% de alimentos procedentes de los mismos. Posteriormente los huertos, pasaron a denominarse “Victory gardens” (Jardines de la victoria) o “War gardens” (Jardines de guerra).
Hortalizas como el jitomate, zanahoria, pimiento, rábanos, acelgas, lechuga, espinaca, y frijoles, son algunos de los alimentos que con bajo costo y con un mantenimiento relativamente fácil, pueden ser el detonante para iniciar un huerto. Además, son cultivos con raíces poco profundas que bien pueden apartarse a distintas condiciones de espacio, como: macetas, cajones, mesas de cultivo, módulos verticales o el propio jardín.
Si todo esto aún no te convence para iniciar tu huerto en casa. Aquí hay algunas otras razones para hacerlo:
1. Una dieta saludable y a mejor precio. Es probable después de comenzar a cosechar y ver los resultados de tu esfuerzo, intentes incluir y aprovechar en cada receta los alimentos de tu huerta, por lo que aumentara tu consumo de hortalizas y evitaras los costos por traslado y empaquetado.
2. Alimentos durante todo el año; seguir un calendario de siembra, te permitirá conocer el ciclo de la naturaleza, como rotar los alimentos y aprender cuales son los cultivos de temporada, así evitaremos buscarlos en el supermercado fuera de su estación. De esa manera, aprenderás la importancia y el valor del agua para mantener un suministro de alimentos.
3. Seguridad y soberanía alimentaria. Ya que tendrás el control sobre la calidad de los alimentos, podrás disminuir o eliminar los químicos (pesticidas, fungicidas e insecticidas), incluso podrás buscar alternativas como el control biológico. Y, por tanto, también disminuirá la probabilidad de contraer alguna alergia a causa de los químicos.
4. Mayor diversidad biológica. Ayudaras a reducir la contaminación de la ciudad, tendrás un mayor control sobre las plagas y podrás aprovechar más el espacio entre los cultivos.
5. Disminución de la huella de carbono. Debido a que evitas el gasto energético por transporte entre el producto y el cliente final, los plásticos en el empaquetado y envasado de los alimentos, ayudaras a reducir las emisiones del CO2.
6. Promueve la reproducción de polinizadores. Las abejas, mariposas, polillas, colibríes, murciélagos, etc, mantienen la biodiversidad vegetal y se encargan de producir muchos de los alimentos que consumimos. Al sembrar una huerta, incentivas a que existan más espacios a los cuales ellos puedan acudir para alimentarse y que a su vez ellos propaguen el polen. Asegúrate de tratar tu huerta con productos amigables para el ambiente, para no dañar a los polinizadores.
7. Se apoya a la lucha contra el cambio climático. Ayudaras a crear y fomentar los espacios verdes, incentivando la biodiversidad vegetal y los polinizadores, además de fomentar de educación y conciencia ambiental. Si tienes el huerto en la terraza o azotea, va a actuar como cubierta verde, disminuyendo la temperatura de tu casa.
Piensa globalmente, actúa localmente.
Referencias:
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