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La mujer en el Agro: entre la producción y la violencia

¡Una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia!


La ONU define la violencia contra la mujer como: “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada“.


En este sentido, la violencia de género no es solo cuestión de derechos humanos, sino  una barrera del desarrollo humano, la salud y seguridad pública, así como para la soberanía alimentaria.


La violencia contra mujeres y niñas es una pandemia a nivel mundial; una problemática seria que requiere de nuestra atención. Hoy en día en algunos países el 35% de las mujeres sufren violencia mientras que en otros es cerca del 70%.


El sector agrícola no se encuentra cerca de ser la excepción. Es una realidad que la gran mayoría de las mujeres involucradas en las actividades del sector primario son presas del machismo que se manifiesta desde el analfabetismo, las  relaciones hasta la violencia física, psicológica y sexual. Es sumamente notorio como la mujer en comparación a los hombres aun desarrollando las mismas actividades no tienen el acceso a los mismos recursos y apoyos.


Las mujeres poseen menos del 20% de las tierras agrícolas, y los accesos a insumos, semillas, créditos, tecnologías climáticamente inteligentes o financiamientos se encuentran aún más limitados.


Aun con estas privaciones debemos destacar que las mujeres producen entre el 60 y 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo y la mitad de los alimentos de todo el mundo, además de que representan una proporción sustancial de la fuerza de trabajo agrícola, ya sea como productoras de alimentos o trabajadoras agrícolas.


Lo cual nos encamina a reflexionar, si la violencia contra la mujer se mitigara, y se les permitiera tener un mejor acceso a recursos, estabilidad, seguridades, eliminando con ello la brecha de género es más probable que todos aquellos recursos así como la producción se destinen a incrementar el consumo de alimentos, la protección y el bienestar general de la familia, así como a reducir la malnutrición de los niños.


Para poner fin a la pobreza y el hambre, es un requisito el empoderamiento de las mujeres en el sector primario para alcanzar la seguridad alimentaria y empoderar a todas las mujeres y niñas cumpliendo así uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y logrando así un equilibrio social entre géneros.


De  erradicar la brecha de género y brindar  a las mujeres un mayor acceso a los recursos productivos, tanto de la tierra, la ganadería, la educación, los servicios financieros, la extensión, la tecnología y el empleo rural, se lograría  un crecimiento económico, y bienestar social, el cual se reflejaría en un aumento en la producción agrícola reduciendo, sólo con esto, entre un 12% y un 17% el número de personas en pobreza alimentaria en el mundo.


Como individuos y como sociedad es fundamental hacer conciencia, darnos cuenta como individuos, como sociedad de cómo vivimos, permitimos y ejercemos la violencia de género.



Debemos visualizar en qué situaciones las hemos aceptado como algo normal y ponerle un alto tanto por la justicia intrínsea de esta demanda como por el estancamiento que el machismo suscita en el desarrollo, en la producción, la seguridad, la salud y la economía de todos.

Soy mujer, madre, hija, hermana y esposa. Soy estudiante, profesionista, agricultora y jefa de familia. Soy el sustento de mi hogar, soy valor y principios, el motor de mi comunidad y el pilar de un cambio social.

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