En los años sesentas Norman Bourlaug impulsó la llamada Revolución Verde, movimiento agrícola que ha prevalecido desde entonces. Como si fuera un reinado, se dictaron reglas, procesos, leyes y sistemas a los cuales se adhirieron gustosamente un gran número de agricultores:
Producción intensiva de monocultivos
Aumento de rendimiento a partir del uso de fertilizantes químicos
Riego tecnificado e introducción de maquinaria
Control de plagas de insectos y enfermedades por medio de plaguicidas
Introducción de semillas híbridas o “mejoradas”
Alta dependencia hacia los agronegocios
Los dramáticos resultados que en su momento se empezaron a notar, permitieron que éste modelo se adoptara por todo el mundo, sin embargo, han pasado casi 60 años y en la actualidad ya no es funcional:
La descapitalización, productos menos rentables, atraso tecnológico y grandes regiones de cultivos del mismo tipo; así como los esquemas financieros insostenibles, son elementos de un círculo vicioso.
La Procuraduría Agraria sostiene que:
Este problema no se reduce a la falta de mejores opciones de reestructuración, sino a la suma entre la creciente vulnerabilidad de los monocultivos y a una serie de afectaciones ambientales producto del mal uso y abuso de la tecnología agrícola como:
Pérdida de fertilidad
Por erosión, falta de materia orgánica, disminución en la capacidad del suelo para retener e infiltrar agua, pérdida de actividad biológica, salinización y desertificación.
Contaminación de agua
La agricultura es su mayor fuente de contaminación por liberación de sedimentos, pesticidas y fertilizantes.
Desabasto de agua
El 69% de toda el agua dulce que se extrae para consumo humano se utiliza en la agricultura y de esta sólo una pequeña parte es absorbida por los tejidos vegetales. El resto no llega a recargar mantos acuíferos, sea por mala calidad del suelo, o por el contacto con contaminantes.
Resistencia de plagas y enfermedades
Actualmente hay registro de más de 500 insectos, 270 especies de hierbas, 150 especies de patógenos y 6 especies de ratones que son resistentes a uno o más pesticidas.
Esos son algunos de los retos a los que se enfrentan los productores cuando a veces no les alcanza ni siquiera para pagar insumos básicos; aunado a ello, la situación empeora si consideramos las variantes del clima y sus efectos en los cultivos.
El agro se encuentra en un punto de quiebre donde es claro que no podemos seguir haciendo las cosas como hasta ahora, hay que evolucionar o morir y es momento de aplicar todos nuestros esfuerzos en creatividad e innovación para reinventarnos. Hay una gran área de oportunidad en el agro, sector económico primario por excelencia en nuestro país, que nos alimenta literal y metafóricamente, y sólo es cuestión de adaptarnos a las necesidades que el mundo actual requiere.
Tenemos una gran ventaja: Contrario a lo que se cree, es en el campo donde más se adopta tecnología y donde más se busca innovación. Los productores agrícolas son expertos experimentando y probando cosas nuevas. El paradigma de la Revolución Verde está muriendo, es momento de voltear la mirada a la tierra y buscar la solución en los insumos biológicos.
En Tierra de Monte hemos comprobado que nuestros insumos incrementan el rendimiento, calidad y salud de los cultivos. Solo la vida, puede generar más vida, así es como juntos lograremos una nueva agricultura para un nuevo mundo.
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