Tito Cabrera dijo una vez:
“el producto que mejor nos vendió la Revolución Verde fue el concepto de convencional”
En primera instancia parece una frase ingeniosa, pero en verdad alberga una profundidad enorme: el camino agrícola que nos parece el obvio es normalmente el más ilógico y peligroso.
Tito es un agricultor que ha se ha especializado en una agricultura que por mucho excede los límites de lo orgánico: una versión productiva a través de la lógica y el entendimiento del ecosistema en el que se sustenta. Es tan efectiva de hecho, que Tito ni siquiera busca certificarla. ¿Para qué?, como él mismo dice, si con hacerlo bien basta.
Pero incluso “hacerlo bien” no le bastó. Él ya era un pionero de las berries en su localidad y en los últimos años también ha sido pionero en la transformación de prácticas y manejos comprometiéndose con enseñar y capacitar a todos sus muchos seguidores y compañeros en esto. Quizá se dio cuenta en el camino que parte de hacer bien la agricultura es también compartirla.
Es de llamar la atención que cuando no supimos llegar a su oficina, fuimos preguntando entre tiendas de abarrotes, puestos de tamales, albañiles y niños, y todos nos fueron indicando cómo llegar, con una familiaridad que no es común con una figura como Tito. No es una sorpresa: es un símbolo claro de aquél que se da y se compromete en su trabajo, en su comunidad, en su gremio y en su meta, que aunque difícil, es transformadora.
Después de conocerlo, queda muy claro que sí se puede dar el cambio, y que está mucho más cerca de lo que pensamos.