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Cerrando el ciclo. Atando los cabos sueltos de los suelos agrícolas.

Actualizado: 6 oct 2023

La agricultura está cambiando. En sus prácticas, en sus objetivos, en su estructura de costos y muy importantemente, en su estrategia comercial.


Estamos observando una nueva revolución agrícola que en esta ocasión está abanderada por los consumidores.


En Europa se está discutiendo el caso del controversial glifosato, debido a su inserción en la lista de la OMS como un potencial cancerígeno; sin embargo, la posibilidad de que efectivamente tenga este efecto puede ser secundaria para el veto (Rabesandratana, 2016). Una buena parte del asunto deriva de la preocupación de los consumidores por otros daños a la salud, así como por los daños ambientales de la agricultura convencional, que están ya en boca de todos.


Si bien eliminar o al menos reducir el uso de agrotóxicos es deseable, en un Mundo con población siempre creciente y una demanda alimentaria rampante, es impensable tomar cualquier medida duradera que sacrifique el rendimiento agrícola.


La nueva revolución, por lo tanto, debe ir forzosamente acompañada de herramientas tecnológicas que permitan mantener o incluso incrementar la productividad, reduciendo el costo productivo. Se dice fácil, y nos enfrentamos a una incógnita que es más común que rara: ¿qué puede hacer lo que hacen los agroquímicos mejor que los agroquímicos mismos? La respuesta es nada. Nada puede parecerse más a un agroquímico que un agroquímico.

Nosotros también hemos enfrentado estas dudas. En Tierra de Monte pensamos que hay que buscar soluciones diferentes a los problemas de siempre, si es que queremos generar un cambio radical.

Lejos de buscar qué es lo que tiene un sistema que lo enferma, nos pusimos a pensar en qué es lo que le falta que lo llevó a enfermarse en primer lugar.

Detengámonos un momento a ver los suelos agrícolas como suelos contaminados. Un contaminante al fin no es más que una sustancia que no puede ser procesada por el ambiente, y por lo tanto se acumula cada vez más.

En un Mundo de recursos finitos, una sustancia acumulada es también un desperdicio de materia que podría tener otro uso. ¿Por qué tenemos exceso de nitrógeno en los cuerpos de agua, mientras que enfrentamos deficiencias de nitrógeno en los cultivos agrícolas? ¿Por qué aplicamos fertilizante año con año a suelos que ya no pueden retener más nitrógeno, fósforo y potasio? La respuesta surge sola: porque al sistema le falta una pieza –al menos-, que es la que debería procesar esas sustancias: la diversidad biológica.

Cuanto más diverso en especies y variedades sea un sistema, mayor será su capacidad de responder a cambios en el entorno químico y físico, y mayor será su capacidad de procesar concertadamente los elementos que surgen en el camino.


Con esa visión generamos el producto Revi-B. Revi-B es un inoculante de más de 70 cepas de hongos y bacterias que permite devolver el dinamismo bioquímico al suelo, favoreciendo que las sustancias que se encuentran ahí sean procesadas activamente, convirtiéndolas en nutrientes para el cultivo. Menos acumulación de contaminantes significa también menos recursos aprovechables por los causantes de enfermedades. Significa mayor vigor y capacidad productiva en las plantas.


Para lograrlo, utilizamos la lógica que se mencionó: en casos de plagas y desnutrición, no hay que buscar qué sobra, sino qué falta. El ecosistema agrícola es una red con cabos sueltos. Si cortamos los cabos mediante biocidas, la red tiene cada vez menos fibras sobre las cuáles sostener al cultivo. Es más útil enmendar esos extremos que quitarlos poco a poco, permitiendo que la diversidad se mantenga y se incremente, y por lo tanto que el suelo provea más servicios, con menos requerimientos y costos.


Gracias a este concepto, pudimos generar un producto que al mismo tiempo controla enfermedades y nutre a las plantas y al suelo. Todos estos son elementos que aunque comúnmente se abordan separadamente, se encuentran íntimamente conectados en el sistema.


Con eso en mente, no es raro que el uso sostenido de Revi-B nos ha permitido incrementar la rentabilidad de cultivos tan diversos como berries, hortalizas y frutales en más de 20% desde el primer ciclo por una combinación de mejorar el vigor, controlar enfermedades, y optimizar el aprovechamiento de fertilizante.


En fin, buscamos hablarle al sistema… y el sistema responde.


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